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¡En silencio…y a lo loco!

En los últimos años, los cubanos han empezado a desplazarse con motocicletas eléctricas. Una tendencia que está cambiando el panorama automovilístico en la isla, donde los viejos coches estadounidenses ahora circulan junto con estos modernos vehículos. Ahora, el ruido característico de las viejas motos es sustituido por otro más discreto, el de los motores eléctricos.

 

Estos vehículos de transporte aparecieron en la Isla en 2013 y fueron adoptadas rápidamente por los cubanos, por su comodidad para desplazarse, el precio más bajo que el de las motos de gasolina y la cantidad de viajeros que las importan desde el exterior.

Incluso, desde finales del pasado año, con la apertura de tiendas en moneda libremente convertible (MLC) la comercialización de motos y bicicletas eléctricas aumentó, pues sumado a todas sus ventajas, está la garantía en caso de problemas técnicos.

Se estima que actualmente hay más de 200.000 motos eléctricas en Cuba. Con esta llegada masiva a las carreteras cubanas, la policía exige ahora el uso de cascos, una licencia de conducir y pronto que se registre el vehículo.

Pero toda regla, desafortunadamente tiene sus excepciones. En San Antonio de los Baños se observa una situación compleja desde el punto de vista social, de tranquilidad ciudadana y de seguridad vial.

Jóvenes, adolescentes y hasta niños de 12 ó 13 años he visto pasearse en estos vehículos con la tranquilidad de quien lleva toda una vida manejando. Pasean sí, pero tanto en el sentido correcto como en el contrario, tanto por avenidas populosas como la 41, sorteando a toda velocidad las macetas del »aún no construido Boulevar’’, cual si fuera una carrera de obstáculos.

En la noche y las madrugadas de los fines de semana, se les ve subir rumbo al Karaoke del Hotel “Las Yagrumas” por la calle 40, como si fueran a apagar un fuego y con 3 pasajeros, encima de una moto diseñada solo para dos. Hoy, en la mañana, de hecho, vi a una madre que transportaba a sus tres hijos a la escuela y el círculo infantil, eran 4 personas encima de una moto, que está claro, puede resistir ese peso, pero es un peligro para la vida y está fuera de toda norma de seguridad vial.

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Y yo me pregunto, al igual que muchos ariguanabenses que he escuchado quejarse al respecto, ¿quién le va a poner freno a este fenómeno? No basta con que el policía de tránsito se ubique en el Parque del Humor o frente a Bacteriología.

Hay que recorrer el Ariguanabo para darse cuenta de cómo corren esas motos silenciosas, cómo pasan por detrás o delante de quien cruza una calle, porque aparecen de la nada.

Se ha vuelto costumbre que los padres las regalen a los hijos, pero muchas veces no se preocupan porque esos muchachos usen el casco protector, ay, que me echo a perder el peinado… ay, que luzco fea. Ni tampoco es urgencia para ellos someterse a un curso y exámenes para adquirir la licencia de conducción, porque….”solo me muevo dentro del pueblo”.

Peligros, esas son las únicas consecuencias de esa actitud. Respetar la ley, no es una mera formalidad, es también respetar a quienes nos rodean, y evitar lamentables accidentes.

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